La mujer que quiso querer
Como diría don Christian en tus entuertos... vamos a llamar a esta chica S, pero no porque se llame Sabrina, Sonia o Sara, sino por su relación con la soledad.
Llegó a La Plata y aprendió a crecer de golpe, ya mujer, conoció a un joven que le robó el corazón, él tenía esa calida mirada que le trasmitía calma y le enseñó a querer sin miramientos de distancia ni egoismos, le regaló una ilusión, cientos de caricias y una adios confuso que dejó a S sin lagrimas para volver a llorar.
La vi una y mil veces, S llora ya sin lagrimas, pero aún llora, no por el joven, que ahora quiere volver con ella, sino porque sigue enamorada de aquel que aún no la había lastimado y que le enseñó tantas cosas.
S resurgió, sin demasiada elegancia, se armó de coraje y reconstrulló su corazón y su sentir... y así, cuando sintió que ya era suficiente tiempo al lado de la soledad, se permitió conocer a distintos chicos, de nada sirvieron las advertencias que le dí, nadie le cree mucho al infeliz, porque, si tuviera razón, encontraría la manera de ser feliz antes que andar dando consejos...
Y la vida le regaló tres romeos, los tres distintos, el primero era desfachatado, bruto y sincero. El segundo, seguro de que no quería nada enserio con S, mayor, inteligente, recio, compañero. El tercero, dulce e inexperto, encantador, romantico y confiable.
S encontró la duda y la solucionó, pienso que muchas veces las parejas que tenemos son logica consecuencia de errores pasados, de cosas que nos marcarón a fuego.
Eligió al tercer romeo, el primero entendió sin entender y decidió alejarse, pero el segundo no se resignó, porque, fue en ese momento, en que S salió de su vida, cuando descubrió que una mujer dulce y pura puede romper cualquier barrera de preconceptos y sanar heridas.
Pero S, aún sin quererlo, estaba generando otra herida, el segundo Romeo, juntó coraje y se lo dijo.
Mientras tanto, el tercer romeo, conjuntamente con su inexperiencia, había hecho trizas la elección de S, con celos estupidos y planteos aniñados.
Y fue S, quien nuevamente se sintió perdida, se dió cuenta de que no se puede empezar un día sin terminar el anterior, y cuando todos esperaban una decisión entre dos romeos, S eligió de nuevo la soledad.
Llegó a La Plata y aprendió a crecer de golpe, ya mujer, conoció a un joven que le robó el corazón, él tenía esa calida mirada que le trasmitía calma y le enseñó a querer sin miramientos de distancia ni egoismos, le regaló una ilusión, cientos de caricias y una adios confuso que dejó a S sin lagrimas para volver a llorar.
La vi una y mil veces, S llora ya sin lagrimas, pero aún llora, no por el joven, que ahora quiere volver con ella, sino porque sigue enamorada de aquel que aún no la había lastimado y que le enseñó tantas cosas.
S resurgió, sin demasiada elegancia, se armó de coraje y reconstrulló su corazón y su sentir... y así, cuando sintió que ya era suficiente tiempo al lado de la soledad, se permitió conocer a distintos chicos, de nada sirvieron las advertencias que le dí, nadie le cree mucho al infeliz, porque, si tuviera razón, encontraría la manera de ser feliz antes que andar dando consejos...
Y la vida le regaló tres romeos, los tres distintos, el primero era desfachatado, bruto y sincero. El segundo, seguro de que no quería nada enserio con S, mayor, inteligente, recio, compañero. El tercero, dulce e inexperto, encantador, romantico y confiable.
S encontró la duda y la solucionó, pienso que muchas veces las parejas que tenemos son logica consecuencia de errores pasados, de cosas que nos marcarón a fuego.
Eligió al tercer romeo, el primero entendió sin entender y decidió alejarse, pero el segundo no se resignó, porque, fue en ese momento, en que S salió de su vida, cuando descubrió que una mujer dulce y pura puede romper cualquier barrera de preconceptos y sanar heridas.
Pero S, aún sin quererlo, estaba generando otra herida, el segundo Romeo, juntó coraje y se lo dijo.
Mientras tanto, el tercer romeo, conjuntamente con su inexperiencia, había hecho trizas la elección de S, con celos estupidos y planteos aniñados.
Y fue S, quien nuevamente se sintió perdida, se dió cuenta de que no se puede empezar un día sin terminar el anterior, y cuando todos esperaban una decisión entre dos romeos, S eligió de nuevo la soledad.
15 comentarios
Pablo -
Aún así, me parece que si S pensara sólo en ella podría lastimar a cualquiera de los tres y no sabría como perdonarselo.
Si, Helen, a todos les cuesta, algunos tenemos como arma el orgullo que hace que las cosas se olviden mas rapido.
Sabes que pasa felipe? "da para probar" quiere decir que no lo queres pero igual te pinta, y los flacos no estan en la misma que ella, por lo tanto jugaría con el pibe que eligiera.
Felipe -
Me hace acordar a JFK cuando Donald Shutterland nombra a los políticos con letras. Pero en cuanto al tema, no creo que no elegir nada sea tan sano, ni tan equilibrado. Me parece que, más que nada, es una cobardía. Cuesta creer que ninguno de los 3 romeos dé para probar, al menos.
Helen -
Maty -
Maty
Pablo -
Seba -
Pablo -
Clarkson -
Por un momento pensé que estaba leyendo a Christian.
Hablando de S, si no eligió nada, por algo será.
Pablo -
Nadya, si, S tiene que aprender a olvidarse de ese tipo que ya no es el mismo.
Anónimo -
helen... no, creo que ninguno de los tres, aunque tal vez aquel que no quería nada enserio todavia no se haya dado por vencido.
Christian, no hay problema el plagio es así, te robo pero te doy link plus :D, no creo que S llegue a los 36 sola, no señor, es mucha mina
Nadya -
Paula -
Christian -
Gracias por linkear dentro del post, que detalle.
Helen -
Es q quizá es difícil decidir exactamente q es lo mejor para hacer. Probablemente S en algún momento encuentre la persona q sea realmente indicada, probablemente no era ninguno de ellos tres.
Si bien ahora eligió la soledad... las elecciones no siempre son definitivas.
«Mejor solo q mal acompañado.» (¿No será algo así?)
mariela -